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¿Qué haría hoy Norma Plá?

  • Foto del escritor: Lautaro Peñaflor
    Lautaro Peñaflor
  • 24 dic 2024
  • 5 Min. de lectura

El debate coyuntural sobre los jubilados y las jubiladas trajo nuevamente a esta figura icónica de la lucha de los noventa a nuestras memorias. Sin dudas, es un interesante ejercicio recordarla y también tomar algo de su potencia para interpelarnos y despertar.

Por Lautaro Peñaflor Zangara

(Este artículo fue publicado originalmente en el newsletter "1984, el ojo que todo lo ve" el 4 de septiembre de 2024)



-     ¿Usted dice que los jubilados recuperaron poder adquisitivo?

-     En dólares, fenomenalmente. En dólares, o sea, voló el poder adquisitivo de los jubilados.


Este diálogo debe haber sido uno de los más reproducidos de los últimos meses. Quien pregunta es Luis Majul y su interlocutor, el presidente de la Nación, Javier Milei. Claro que se viralizó por lo ridículo de la afirmación, que es tan evidentemente ridícula que huelga refutarla (aún así algunos datos voy a dar).

 

En los últimos meses el poder adquisitivo de los jubilados está en el seno de la discusión. En realidad, sería injusto limitar el problema a los últimos meses. Hace años que los jubilados de la mínima ganan una miseria y, al menos desde que tengo uso de razón, las personas que ya se han retirado de la edad activa de trabajo, están entre los últimos orejones del tarro.

 

Pero lo del actual gobierno es de una crueldad manifiesta. Milei dijo explícitamente que ajustaría de manera brutal, pero también dijo que ese ajuste lo pagaría “la casta”. Sea cual sea el margen que le coloquemos a ese continente vago e indefinido, los jubilados no entran ahí. Y se están llevando una de las peores partes.

 

Según diferentes estudios, la pérdida de poder adquisitivo de los jubilados es alta: de acuerdo con la OPC (Oficina de Presupuesto del Congreso), llega al 29,2% en los primeros meses del año. Los que ganan la mínima, cedieron un 18,5% por los distintos bonos que se han entregado (que son circunstanciales y no aseguran una mejora estable).

 

CEPA (Centro de Economía Política Argentina), por su parte, calcula que incluso el bono quedó atrasado: para sostener su poder de compra, los $70.000—actuales deberían ser más de $120.000.-

 

Si únicamente abarcamos la caída respecto a diciembre (y no interanual), la baja es de 5,8% conforme calcula la organización Chequeado. El haber mínimo con bono es de $304.540.

 

Nada que agregar.


La nueva fórmula y el veto presidencial


Cuando asumió Javier Milei, cambió la fórmula de movilidad jubilatoria: un cálculo que establece cuánto aumentarán estas prestaciones y con qué frecuencia, frente a la avanzada inflacionaria. Todos los últimos gobiernos lo han hecho y siempre el argumento alega que la nueva es mejor que la anterior. Ninguna es generosa, claro está.

 

Sin embargo, una combinación de elementos, entre un gobierno débil en el parlamento, una forma de ejercicio del poder que permanentemente deja heridos y una agenda regresiva en términos de acceso a derechos, generó que se aprobara una nueva fórmula en el Congreso, consensuada por la oposición, con una mayoría muy marcada.

 

¿Milei se quedó tranquilo? Claro que no. Liberó a la bestia twitera, pataleó, agravió y finalmente vetó la nueva fórmula. Es en este contexto que sucedió el diálogo que reproduje al inicio de esta nota.

 

En el medio, la Policía Federal reprimió a jubilados y jubiladas que se manifestaron en contra del veto, que entonces era sólo una posibilidad. Todo este panorama me trajo a la cabeza de manera recurrente a una personalidad icónica durante el menemismo: Norma Plá.



Furia jubilada


Pensé si dejar este subtítulo porque me hacía acordar a la participante de la última edición de Gran Hermano, pero lo dejé jaja.

 

A fines de marzo de 1991, Carlos Menem envió al Congreso la ley de convertibilidad. Un dólar, un peso. “Teníamos necesidad de hacer cirugía mayor sin anestesia”, dijo por entonces el presidente.

 

La inestabilidad y la crisis golpeaban a distintos sectores, entre ajustes y recortes, y también a la llamada “clase pasiva”: quienes ya no estaban en edad de trabajar. Muchos de ellos no se habían podido jubilar, al no haber trabajado en la informalidad y no haber aportado, y quienes sí lo habían hecho, cobraban un haber que no era suficiente.

 

Fue entonces que un grupo de jubilados se empezó a convocar en la puerta del ministerio de Economía para reclamar. Norma Beatriz Guimil de Plá tenía 59 años, pero aparentaba más. Contaba con la edad para jubilarse, pero como siempre trabajó en negro, no tenía aportes.

 

Norma, nació en 1932 en Villa Domínico, pero vivió toda su vida en el barrio San José de Temperley. Trabajó en fábricas y en tareas de limpieza desde adolescente, o antes. Luego de casarse, se dedicó a su hogar, pero al fallecer su marido, debió sostener a su familia de cuatro hijos con una pensión que no le alcanzaba. A ella, ni a nadie.

 

Sobresalió en esas protestas, que tenían una consigna clara: cobrar 450 dólares, cuando se cobraban sólo 150. Encabezó acampes y ollas populares. Estuvo detenida en varias ocasiones y en distintas celdas. Pero no dio marcha atrás: “No vamos a aflojar, los abuelos tienen que comer. En este lugar van a comer los abuelos”, dijo.

 

Semana a semana se empezaron a reunir cada vez más jubilados. Con el tiempo, empezaron a convocarse cada miércoles frente al Congreso de la Nación, donde cortaban la calle Rivadavia. Tiempo después, el piquete sería una de las formas de resistencia más generalizada de la crisis que crecía. Notemos cómo el tejido social se descomponía, pero por otro lado, también nacían lazos de solidaridad y lucha.

 

La problemática de los jubilados se hizo visible gracias a ella y su liderazgo. Por aquellos días, Illya Kuryaki publicó Jubilados violentos: “Jubilados pensionados, ya no pueden más, rezagados con sus manos, el gobierno tirarán”, dice la letra de la canción.



Norma Plá fue legitimada por sus pares como una interlocutora válida, en el fondo y en sus formas. El sistema le respondió con lo que mejor sabe: represión y escarnio público. Intentaron ridiculizarla y ella terminó por ridiculizarlos, en masculino, porque generalmente eran varones.


Por ejemplo, se coló en el Congreso de la Nación mientras Cavallo daba explicaciones. En ese encuentro sucedió esto:



Por entonces, Señor Cobranza de Bersuit Vergarabat cantaba “Norma Plá a Cavallo lo tiene que matar”.

 

“Quieren matar a los viejos. Nosotros no vamos al Congreso por deporte o porque nos gustar ir a tirar las vallas o ir a pegarle a un vigilante. Yo salí a luchar cuando tuve hambre. Usted cuando tenga hambre, si algún día tiene hambre, va a salir a luchar también”, increpó a Gerardo Sofovich en su misógina mesa de “Polémica en el bar”. También interpeló a Mauro Viale en varias oportunidades.



Bien acá en el tiempo, hace solamente algunas semanas, la actual canciller Diana Mondino le dijo a Mirtha Legrand (de 97 años) en su programa televisivo, respecto al acceso a créditos por parte de los adultos mayores: “si sos un jubilado es casi seguro que te vas a morir ¿entonces para qué estás haciendo ese tipo de cosas?”.


Paralelismos


Los paralelismos entre el gobierno de Carlos Menem y el de Javier Milei son habituales. El propio libertario se referencia en el riojano, lo reivindica y lo celebra. La impronta es la misma: un gobierno de descomposición social, privatizador, de orgullosa transferencia de recursos a los sectores más ricos, pro empresarial al extremo. ¿La resistencia al mismo? No es tan parecida.


En la experiencia noventera, Norma Plá (podríamos citar otros ejemplos, pero hoy nos convoca ella) trascendió al individualismo y se inscribió en la historia de la protesta colectiva. El archivo digital afortunadamente conserva varias evidencias de su potencia, donde se la ve colgada de alguna puerta o de las columnas en el Congreso.

 

Luchó hasta sus últimos días, incluso atravesando quimioterapia, tratamientos, internaciones. Una verdadera pulsión. Norma falleció en enero de 1996, en su casa, de cáncer. Sin embargo, su legado no sólo es muy actual sino también muy necesario.

 

Interpeló personalmente a Domingo Cavallo, realizó huelgas de hambre, se sentó con lo más rancio de la representación mediática del menemismo para disputarles, acampó durante 80 días en la plaza, fue detenida… ¿qué diría ahora Norma Plá? ¿Qué haría?

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