¿Sabés quién es Luigi Mangione?
- Lautaro Peñaflor
- 24 dic 2024
- 5 Min. de lectura
Está acusado del asesinato del CEO de una prepaga estadounidense. Cuando lo arrestaron, encontraron un manifiesto de tres páginas criticando el sistema de salud yankee. En redes sociales, algunas personas comenzaron a tomarlo como un “vengador” y se despertó un debate que bien podemos trasladar a otras latitudes.

Por Lautaro Peñaflor Zangara
(Este artículo fue publicado originalmente en el newsletter "1984, el ojo que todo lo ve" el 11 de diciembre de 2024)
¿Han escuchado hablar sobre Luigi Mangione? Por estas horas se lo está nombrando bastante, porque antes de ayer lo detuvieron en Estados Unidos, acusado de asesinar a Brian Thompson, gerente de una compañía privada de salud: UnitedHealtCare.
Incluso antes de que se supiera su nombre, cuando únicamente se conocía que el CEO había sido víctima de lo que, todo indicaba, sería un atentado con cierta premeditación, la opinión pública estadounidense se dividió: algunos condenaron el hecho y otros encontraron cierta legitimidad en las razones que podría tener el asesino.
Es que el sistema de salud estadounidense (ese que inspira al presidente Milei) se caracteriza por su crueldad, por las dificultades de acceso sobre todo para quienes tienen alguna enfermedad o condición preexistente y por las cláusulas abusivas de sus contratos, parados en la asimetría del vínculo: unos necesitan cobertura sanitaria y otros pueden especular con el servicio que brindan. Nada nuevo, sólo que llevado al extremo y con prestaciones vitales.
La publicación de despedida que la compañía le hace a Thompson se llenó de la reacción “me divierte” en Facebook y tuvo decenas de comentarios adversos en otras redes sociales. Mientras tanto, la policía encontró al principal sospechoso.
La sorpresa fue mayúscula cuando descubrieron que no se trataba de una persona ni pobre, ni racializada, ni sin estudios, sino de un joven de 26 años, Luigi Mangione, ingeniero recibido en la Universidad de Pensilvania, con posgrados y un historial laboral de los que suelen ser bien vistos. ¡Era perfecto!
A partir de ese momento pasaron dos cosas. Por un lado, la sorpresa del sentido común mediático, patitieso ante el perfil sociológico del acusado. Y, por el otro, como Mangione es portador de una apariencia bastante hegemónica, esa incipiente comprensión popular se transformó en cierto fanatismo, constituyéndolo como una especie de vengador. La narrativa de los videojuegos, a pleno.
Si buscan en Instagram, las cuentas dedicadas a él ya son varias y bastante activas. Aunque, a decir verdad, no es la primera ni la última vez que algo así sucede. Hasta La Casa de Papel lo tomó como tema para caricaturizarlo en la serie.
De corporaciones, multas y abusos
No soy un pacifista, discúlpenme. Sí me molesta la violencia inconducente, que es la más habitual, la que recae sobre los mismos sectores de siempre. No es revolucionario atacar a jubilados ni odiar a la comunidad trans, básicamente, por una cuestión de asimetría. En cambio, sí puedo entender la furia travesti, por ejemplo.
Nada de lo que viene ahora justificará un asesinato, para nada. Solo buscaré contar la historia completa.
Cuando encuentran a Mangione, no hubo demasiados rastros de que haya querido ocultar lo que hizo. Tampoco ofreció demasiada resistencia. En su mochila guardaba billetes falsos del juego de mesa Monopoly, en una metáfora bastante clara acerca de su postura ante la sociedad.
Además, aparentemente tenía un manifiesto de unas tres páginas en contra del sistema de salud. Según reportes periodísticos, parece que condenaba a la industria de la salud por priorizar sus ganancias por encima de la cobertura de los pacientes y pedía disculpas “por cualquier conflicto y trauma”.
También según crónicas de medios de comunicación, las balas tenían grabadas palabras como “demorar” y “negar”. Evidentemente, la denuncia de Luigi Mangione está abriendo un debate en la sociedad norteamericana, que bien puede ser extrapolada a otras latitudes.
Cuando leí la noticia, lo primero que pensé fue en Ted Kaczynski, más conocido como “Unabomber”. Ted fue un profesor de matemática, filósofo y (dirán algunos) terrorista, que enviaba bombas por correo, como forma extrema de su crítica a la sociedad contemporánea. Tranquilos, que fue condenado a ocho condenas perpetuas.

Unabomber escribió un manifiesto llamado “La sociedad industrial y su futuro”, hoy muy conocido y traducido a más de diez idiomas. Demás está decir que su metodología poco ortodoxa no invalida la crítica social que hizo. Si gustan saber más sobre él, en Netflix hay un documental con la versión mainstream de su historia.
Retomando, al investigar a Luigi, se encontró que en una página de Internet reseñó positivamente el manifiesto de Unabomber. Evidentemente, hay una influencia.
No se conoce aún si existieron motivaciones personales del acusado para encarnar una crítica tan intensa al sistema de salud, aunque hay quienes hablan de que sufría un fuerte dolor de espalda producto de un problema lumbar.
UnitedHealtCare forma parte de un conglomerado que es uno de los más ricos de su país e, incluso del mundo. Probablemente sea también la empresa más importante en su rubro.
Parece ser que la compañía de la que Thomson era CEO habría sido demandada por cifras millonarias, por la aparente utilización de un algoritmo de inteligencia artificial para denegar y anular reclamos de usuarios de edad avanzada, que previamente habían sido aprobadas por los médicos.
Nótese, hablando de algoritmos e inteligencias artificiales, que en Argentina estamos aplaudiendo que Susana Giménez se entrevistó a sí misma usando una IA.
Bueno, el algoritmo en cuestión supuestamente tenía una alta tasa de error y, alegan los acusadores, desde la firma lo sabían, pero querían retardar o anular prestaciones.
En todo caso (como sucede con las trasnacionales que se dedican a industrias extractivas y que dañan el ambiente y fragmentan las poblaciones) el Excel de la prepaga arroja que le conviene pagar multas por incumplimientos de la ley, que garantizar las prestaciones.
En el medio, personas ven deteriorada su salud o mueren. Pensar en este sentido debería sublevarnos un poco más.
¿Una falla del sistema?
Quizás, funcionando de esta manera, el sistema sea virtuoso. Es que, en todo caso, actitudes así también son sintomáticas de una propuesta de vida para la cual muchos somos descartables. Se coincida o no con la crítica que Mangione trazó o con sus metodologías, imagino que nadie pensará que se trata “de un loquito suelto”. Algo generó esta subjetividad.
Durante el momento más crítico de la pandemia de coronavirus vimos con claridad la línea divisoria capitalista, porque el triaje puso de manifiesto para quiénes habría un respirador y para quiénes no. En ese momento, la necropolítica siempre existente fue bien explícita.
Para el sistema hay castas, aunque dudo mucho que sean las que retóricamente marca Javier Milei mientras recorta medicamentos gratuitos a afiliados del PAMI y permite aumentos indiscriminados e irracionales a las empresas de medicina prepaga.
La concepción mercado-céntrica del poder no hace más que incrementar ganancias. En tiempos de corporaciones globales y gigantes, las brechas crecen y crecerán generando una desigualdad aún mayor. En ediciones anteriores hemos hablado del nuevo fenómeno de los mil-millonarios que tienen más dinero que el PBI de China.
Seguramente iremos teniendo más información respecto al caso que nos convoca hoy, porque es muy reciente. Esa información, a su vez, estará sesgada por la visión hegemónica que mira con extrañeza que un niño bien, de repente, sea un asesino. Y las terminales del poder harán lo suyo para que el relato no escale ni contagie, como sí contagia el coronavirus.
Una última mención: Luigi Mangione fue detenido en un McDonald´s. Una multinacional. Sin comentarios.
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