Recientemente la provincia de Buenos Aires anunció que iniciará exploraciones para saber si hay litio en salinas bonaerenses. En Argentina hay más de 50 proyectos vinculados con la extracción de litio, concentrados en cuatro provincias: Jujuy, Salta, Catamarca y La Rioja. Guillermo Folguera es doctor en Ciencias Biológicas y licenciado en Biología, recorrió la Puna y nos ayuda a pensar en los extractivismos como proyectos demográficos y al litio como una forma de minería que, contrario a lo que suele decirse, no es sustentable.
Por Lautaro Peñaflor Zangara
(Foto de archivo)
Con bombos y platillos. Así se anunció en la provincia de Buenos Aires que iniciará actividades de búsqueda de litio y tierras raras en territorio bonaerense. En realidad, el gobernador Axel Kicillof lo dejó en claro desde recién iniciada su gestión: buscaba que Buenos Aires se convierta en provincia minera.
A la ya anunciada exploración offshore para buscar petróleo en Mar del Plata, ahora sumamos al litio, la estrella del momento y el objeto de controversias que van desde lo socioambiental y comunitario, hasta lo geopolítico y lo corporativo.
En concreto, la subsecretaría de Minería de la provincia firmó un convenio con el Servicio Geológico Minero Argentino (SEGEMAR) -un ente técnico que asesora a la secretaría de Minería de la Nación- para avanzar en este sentido. El acuerdo parte del ministerio de Producción, no desde la cartera de Ambiente. Notable.
¿Dónde van a buscar? De la resolución 543/23 se desprenden taxativamente ciertos lugares y otros con nominaciones más generales. El sistema de Tandilia está apuntado, también habrá exploraciones en torno a la localidad de Barker (Benito Juárez), en las lagunas Las Tunas próximas a Trenque Lauquen, Salinas Chicas cercana a Médanos y se examinarán salinas, depresiones salinas y lagunas salubres de la Provincia. Es decir, el sudoeste de la Provincia está nominado.
(Captura de pantalla - Resolución 543/23 PBA)
La primera etapa que se llevará adelante es de búsqueda. Se llama prospección y durará unos cuatro meses. Buscan extraer al menos 50 muestras en distintos puntos de la provincia. Los resultados se conocerán en la primera mitad de 2024. El siguiente paso llevará más tiempo e implica delimitar zonas específicas que podrían corresponderse con litio o tierras raras, donde se hacen pozos y se analiza la composición química.
Pero partamos de la base. ¿Qué es el litio? Es un metal cuya extracción implica una pérdida de agua enorme y un riesgo de salinización del suelo y de sequía muy patente, amenazando los ecosistemas. El riesgo de agotamiento de las reservas de agua dulce también es manifiesto.
Las tierras raras, por su parte, son un conjunto de quince elementos químicos, empleados entre otras cosas para la producción de energía renovable, así como también smartphones y computadoras.
Durante su explotación y procesamiento, que se realiza a través de voladuras, se generan considerables cantidades de desechos tóxicos, radiactivos, gases y polvos. Una tonelada de estos restos resulta en más de 75.000 litros de agua acidificada. Los producidos del subsuelo, asimismo, incapacitan esa tierra para la producción agrícola y animal.
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El litio, la gran estrella del greenwashing
De un tiempo a esta parte el litio se convirtió en la gran estrella del greenwashing, es decir, del acto tendiente a vender como sustentable algo que no lo es, sólo a efectos del mercado. La transición energética tiene mucho que ver con esto.
Guillermo Folguera es doctor en Ciencias Biológicas por la UBA, licenciado en Filosofía e investigador del CONICET. Ante la consulta de Distopía, contó que hablamos tanto de litio porque “ocupa el lugar de commodity que ha aumentado mucho su valor internacional en el último tiempo. El litio en particular tiene un largo período en el cual existen cosas como las baterías del litio”.
Pese a que en Argentina “se extrae desde hace un cuarto de siglo, en el salar del Hombre Muerto, cerca de Antofagasta de la Sierra”, aumentó muchísimo su precio internacional en el último tiempo.
¿Por qué sucedió? “Para destinarlo a baterías de autos, en términos muy generales. Tiene que ver con la transición energética que se impuso, europea, sobre todo en los vehículos y que está generando que sobre todo en Estados Unidos, Europa, China, India y Corea estén concentrando el uso de baterías de litio para automotor”, contó Folguera.
La gran pregunta es qué tan sustentable es, en realidad, la minería del litio. Guillermo Folguera fue terminante: “No es sustentable”.
Foto: Facebook Guillermo Folguera
Guillermo Folguera, doctor en Ciencias Biológicas y licenciado en Filosofía.
“No usa dinamita o explosivos como la megaminería y no usa agroquímicos, pero sí usa otros químicos. Pero la sustentabilidad no tiene razón de ser. Cualquier ecosistema al que le hacés esto lo matás. Si vos sacás agua de un lago y la ponés a evaporar, lo matás”, explicó.
“Todos estos proyectos extractivistas arman campañas publicitarias, donde buscan legitimar sus prácticas. Y acá la legitimación de la práctica tiene que ver con algo que lo toman como verdad, pero termina siendo una verdad a medias, que es que la crisis climática está directamente vinculada con la emisión de gases de efecto invernadero. Por supuesto que es uno de los factores más importantes, no es el único, pero es importante y tiene que ver con el uso de hidrocarburos y de carbón para obtener energía”, prosiguió.
“El litio, de alguna manera, aparece como un potencial reemplazo en tanto podés usar energías renovables como hidroeléctricas o eólicas, que también tienen sus enormes problemas. La eólica, por ejemplo, utiliza muchísima superficie y perdés terreno, por más que sea más lindo un aerogenerador”, dijo Folguera.
En Argentina hay 50 proyectos en carpeta
Una batería de litio implica 17.000 o 18.000 baterías de celulares, cuenta el especialista. El dato es contundente y refleja la situación a la que ahora está dispuesta la provincia de Buenos Aires. Esto, en plena crisis ambiental con efectos que ya estamos sufriendo.
“Los dos proyectos de exportación son uno norteamericano y uno australiano. En algunos casos, por ejemplo en Jujuy, hay una empresa estatal jujeña. Sí hay varias fases de producción, por ejemplo, a la altura de Fiambalá, cuatro horas para el lado de la Coordillera tenés el proyecto de una empresa china, que va a ser muy grande. En carpeta hay más de 50 proyectos, que están básicamente concentrados en tres provincias o cuatro, Jujuy, Salta, Catamarca y en estos días vamos con una compañera a La Rioja para entender mejor su situación”, describió el doctor en Ciencias Biológicas.
El litio se extrae de dos maneras. “Tenés como gran exportador de litio a Australia, que se extrae de roca, y en el caso de América Latina, el grueso está en la zona de la Puna que comparten Argentina, Bolivia y Chile, que se extrae en salmuera”, explicó.
¿Cómo es la técnica de extracción dominante? Así lo detalló Folguera: “El litio está solubilizado en esta salina, que es un humedal, tenés una capa de sal y abajo agua. Lo sacan y lo hacen por evaporación. Lo ponen en piletones de muy poca profundidad y alta superficie, generando una evaporación durante un año y medio. Van decantando determinados químicos, hasta que finalmente obtienen el carbonato de litio para exportación. Eso es básicamente el proceso”.
Respecto a los impactos ambientales, Guillermo Folguera mencionó los tres más directos: el desplome mecánico de la salina, la contaminación química y la sequía.
“Algo muy habitual es tomar a la del litio como minería de agua. La forma es de evaporación, y encima se hace en una zona con un humedal, en la que llueve muy poco. Son condimentos muy dramáticos. Si hacés lo mismo con el Río Paraná, por supuesto que también vas a ver una disminución de caudal”, puso de manifiesto.
“En muy poco tiempo se sabe que se van a ver los efectos más directos. En general, se habla de cuatro o cinco efectos ambientales directos. El primero es el tema del agua. Como siempre, en todo esto hay una contaminación química. Hace un tiempo hubo un camión que volcó, cerca de Antofagasta de la Sierra con cerca de 20.000 litros de ácido clorhídrico”, dijo.
(Fuente: Captura de pantalla Página 12)
Y prosiguió: “Hay denuncias de muchos sectores porque hay un informe técnico que señala algo que es muy probable, que es que se empiecen a desplomar las salinas. Si comprendés que la salina es un humedal y que esa agua tiene un sostén mecánico, en la medida que lo cambies por aire, porque lo dejás evaporar y queda solo aire, es muy probable que eso se desploma. Con lo cual, la salina como ecosistema se va, además de secar, a romper”.
“Los proyectos extractivos son proyectos demográficos”
En medio quedan las comunidades, muchas veces originarias, ancestrales ocupantes de la tierra en armonía con los ecosistemas. El caso de Jujuy es muy explícito, “porque están las comunidades lindantes a la salina, y están viviendo ahí hace miles de años, con lo cual tienen una raíz territorial muy marcada”.
Jujuy vivió a mediados de este año el pico máximo de la tensión por los proyectos destructivos con la naturaleza. El gobierno de Gerardo Morales insistió con una reforma constitucional que impactaría en las garantías de las comunidades originarias respecto a la tierra, además de limitar el derecho a la protesta.
Morales dio marcha atrás con un par de artículos, aunque no con toda la reforma, a la que le sobran irregularidades. Pero antes, se encargó de reprimir ferozmente a los manifestantes. “La policía de Jujuy realizó detenciones arbitrarias e hizo uso ilegal de la fuerza”, concluyó Amnistía Internacional en octubre de este año.
Pese a todo, la extracción de litio avanza y goza de buena salud, a fuerza de represión. Morales, por su parte, fue ungido horas después como precandidato a vicepresidente en fórmula con Horacio Rodríguez Larreta, que luego perdería su propia interna en Juntos por el Cambio.
Lian Misael Lamas de 17 años perdió un ojo, por un disparo policial durante la represión en Jujuy (Foto: Manuel Pedregal)
El caso mencionado resulta muy evidente, sin embargo, los efectos sobre las comunidades sucederán en todas las latitudes: “nada quita que Salta o Catamarca no vayan a tener incidencias sobre comunidades. Las van a tener. De hecho, ahí tenés un problema muy grande, porque tenés comunidades lindantes, pero los efectos no van a ser sólo locales. Los efectos van a ser regionales. Lo que se está haciendo ahí es que se está secando todas cuencas de ríos, que van a generar implicancias a corto, mediano y largo plazo”, dijo Guillermo Folguera.
“Vas a tener efectos muy grandes. Alguien me señaló que ya se están viendo algunos efectos en la Quebrada de Humahuaca. Hay que pensar que todas estas cuestiones que corren por debajo, suelen estar conectadas. Va a haber incidencias directas”, prosiguió.
El doctor en Ciencias Biológicas y filósofo también calificó a los proyectos extractivistas como “demográficos”. “Son proyectos de ordenamiento de las comunidades en los territorios”, dijo y explicó: “ahí lo que se está haciendo es decirle a la gente que vive en la Puna, que no tiene que vivir en la Puna. Y en términos de periodización, temporales, muy cortos. Estamos hablando de un cuarto de siglo, donde la salina va a estar seca. Sobre todo, con este volumen de 50 proyectos… si con dos ya está habiendo problemas”.
“Así que es una situación muy preocupante y la sensación brutales que de “este lado” estamos discutiendo si exportar carbonato de litio o baterías de litio, pero no la discusión de fondo de por qué estamos exportando algo para autos de alta gama norteamericanos o europeos y en qué sentido eso favorece a las comunidades y a la naturaleza”, sentenció.
¿Nacionalizar recursos?
"Hay que discutir esta democracia, consideró Guillermo Folguera. (Foto: Infobae)
La conversación con Guillermo Folguera avanzó hacia quién se lleva las ganancias de los proyectos extractivos que se realizan en nuestro suelo. No spoileamos nada si decimos que son ejecutados empresas trasnacionales, con Estados que actúan como meros árbitros en favor de las corporaciones.
Al respecto, Folguera pidió: “Hay que discutir esta democracia. ¿Qué es una democracia en la cual no se consulta a las comunidades locales, se toman decisiones para favorecer corporaciones y no comunidades?”.
El ejemplo que citó, la exploración para buscar petróleo en Mar del Plata, es muy claro al respecto. “En el caso del offshore, hay que preguntarse qué significa haber tomado un proyecto hecho por un ex ceo de Shell para beneficio de Equinor y un conjunto de corporaciones. Evidentemente, habrá que discutir democracia”, reiteró.
“¿Qué es este Estado? ¿Qué es YPF? YPF le da 5 millones de dólares a Galuccio por haber sido echado de YPF en 2017 como indemnización”, avanzó en su línea de razonamiento y dejó varias preguntas: “¿Qué significa esa plata para el Estado argentino? Un Estado quebrado, además. ¿Qué significa que YPF Litio esté promoviendo este tipo de extracción prometiendo que van a ir por extracciones diferentes, cuando se sabe perfectamente que todas estas extracciones ya están en fase muy temprana? ¿Qué significa que YPF tenga 49% de acciones privadas y una parte muy importante sea de un grupo de especulación financiera que están digitando parte de esta movida, como BlackRock?”.
La conclusión es clara: “Claro que estamos en un Estado capitalista, hay una lógica estatal capitalista, pero dentro de las diferentes formas que tiene el capitalismo, estamos viendo una imposibilidad total de diferenciar lo público de lo privado en este tipo de proyectos. Muchas de estas cuestiones que tienen buena fama, como la extracción de litio, se están llevando puestas comunidades y naturaleza sin que haya mayores impedimentos”.
Incluso, aunque los Estados pudiesen formar parte de la industria, la matriz extractiva y sus lógicas destructivas no se verían alteradas: sólo cambiarían su brazo ejecutor. Respecto a otras iniciativas, como promover la nacionalización de recursos estratégicos, Folguera consideró: “Yo veo que la nacionalización aparece como bandera de algunos sectores.
Particularmente en el marco de las últimas elecciones nacionales, estuvo como uno de los elementos de campaña, por ejemplo de Grabois. Y también algunos académicos. Yo no veo por qué pasar la discusión de fondo por ahí”.
“Veo que la reforma de la década de 1990, organizada por Carlos Saúl Menem, tuvo la provincialización y el manejo provincial de los recursos naturales como uno de los pilares. Pero yo más que preguntarme si lo tiene que administrar la provincia de Jujuy o si lo tiene que administrar Alberto Fernández, la pregunta que me haría es cómo hacemos que el Estado sea garante de dar vuelta una situación social y ambiental que es un desastre. Estamos con la mitad de las personas bajo la línea de la pobreza y un ambiente totalmente destruido y parece que el tema es ver quién se queda con la caja chica”, redondeó en este aspecto.
“Los extractivismos no fueron hechos para mejorar la calidad de vida de la gente”
En el tramo final de la conversación con Distopía, Guillermo Folguera pidió “aprender de nuestra memoria”.
“Estamos discutiendo cosas que tienen sus años. Ir a Antofagasta de la Sierra es ir a un lugar que ya hace un cuarto de siglo que extrae litio”, dijo y puntualizó: “Tres o cuatro cosas. Antofagasta de la Sierra no tiene energía en una escuela en un lugar que amanece bajo cero, por lo cual a veces se tienen que cambiar de edificio. Antofagasta tiene en la plaza un pasto de un metro de altura, con lo cual los pibes no tienen la posibilidad de jugar. Tienen a la policía en la esquina de la plaza. Un pueblo que tiene menos de 5.000 habitantes, y la policía pide documento cada vez que pasás por la esquina”, detalló.
La anécdota final describe la paradoja y la trampa de los proyectos extractivos: “Antofagasta de la Sierra tiene un panel solar, y esto parece broma, que no anda porque no tiene batería de litio. Que no nos tomen el pelo. En esos lugares prima la desigualdad social. Los extractivismos no fueron hechos para mejorar la calidad de vida de la gente. Fueron hechos para que las corporaciones ganen dinero y algunos actores locales se llenen los bolsillos. Pero en ningún caso están pensando justicia social ambiental”.
Detrás de la posible extracción de litio en la provincia de Buenos Aires, evidentemente, hay todo un entramado que implica una toma de posición para la cual ninguna comunidad fue consultada. Nada de esto es secreto: la experiencia de otras latitudes de nuestra tierra y de países hermanos lo reflejan claramente. Las comunidades que lo padecen lo gritan como pueden. Expertos y activistas aprovechan cada instancia en la que tienen oportunidad para denunciarlo. Sin embargo, la decisión ya fue tomada. ¿Cuándo? ¿Por quiénes?
Al litio también se le dice “oro blanco”. El oro de América Latina en disputa una vez más, como hace 500 años.
Sobre el autor
Soy Lautaro Peñaflor Zangara, periodista y comunicador. Nací en Carhué, una ciudad chiquita en el sudoeste de la provincia de Buenos Aires. Me gusta mucho leer. Tengo una relación complicada con el café instantáneo. Vivo con dos gatitos: Muna y Timoteo.
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