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Foto del escritorLautaro Peñaflor

Por un mar libre de petroleras

Por Lautaro Peñaflor Zangara


Hace un mes comenzó la exploración sísimica en búsqueda de petróleo en Mar del Plata. Desde la Asamblea "Por un mar libre de petroleras" se organizan horizontal y pluralmente para oponerse a los proyectos extractivos y para convocar cada vez a más personas, desde la convicción que las petroleras no cuentan con licencia social. Además, en el último tiempo han fortalecido el vínculo entre las localidades que conforman la Red de Comunidades Costeras.


(Foto: La Revuelta)

 

Hace alrededor de un mes comenzó la exploración sísmica en Mar del Plata: un proceso que busca establecer si en la zona hay petróleo y, en tal caso, si cumple con los estándares para extraerlo. Las resistencias al proyecto llegaron desde que se anunció la intención del gobierno de Axel Kicillof de transformar a la provincia de Buenos Aires en jurisdicción petrolera.


La Asamblea “Por un mar libre de petroleras”, desde entonces, encabezó diferentes acciones que van desde intervenciones públicas, conversaciones en instituciones educativas y presencia en los medios de comunicación que les brindan espacio, hasta la presentación de recursos de amparo para frenar la actividad.


El nombre lo dice muy claramente: defienden la idea de que en el mar argentino no haya petroleras y lo hacen con variados y sólidos argumentos, que abarcan el innegable impacto ambiental sobre la biodiversidad, la desmitificación de la idea de “progreso” que las multinacionales venden y la protección del entramado económico-sociocultural de Mar del Plata, visiblemente relacionado con la actividad pesquera y el turismo.


Pero, además, al conocer la actividad de la Asamblea también se nota una fuerte impronta crítica y una interpelación acerca de la democracia y los intereses corporativos. Asimismo, su marco de interpretación no se aísla en el punto neurálgico de su lucha, sino que es extensivo a una forma de comprender la naturaleza, lo colectivo y lo social. Este aspecto representa un gran valor de la asamblea.


Distopía conversó con Silvina Álvarez, integrante de “Por un mar libre de petroleras”, en principio, para conocer las implicancias del inicio de la exploración sísmica. Por supuesto que el diálogo también fue tocando varios de los puntos mencionados.


“Imaginate que bombardean tu casa, ¿qué hacés?”

El BGP Prospector en Mar del Plata y una intervención de la ONG Greenpeace. (Foto: Greenpeace)


El buque BGP Prospector de la empresa Equinor está en Mar del Plata, emprendiendo la exploración a 300 kilómetros de la costa para saber si allí hay petróleo y si el mismo es extraíble.


La Asamblea se va enterando de los pasos que se dan a través de los medios de comunicación. “Estamos a expensas de lo que nos informen los medios o la propia empresa, porque es inaccesible saber qué pasa a 300 kilómetros de la costa de Mar del Plata para cualquier persona”, explicó Silvina.


“Acá los medios hegemónicos aplaudieron”, sentenció y describió que “el barco venía de África, hizo escala en Montevideo, después estuvo unos días amarrado en el puerto de Buenos Aires, y después se dirigió acá, a la Cuenta Argentina Norte, que es cada pedazo del mar que parcelaron para licitar a las empresas, tanto YPF como el resto de las empresas extranjeras. El bloque CAN 100 es el primero que tiene habilitada la sísmica”.


La primera etapa implica la identificación de si hay o no hidrocarburos con bombas acústicas, que son permanentes. “Los dos o tres meses que el barco esté ahí, se largan cada 10 o 20 segundos. Es permanente el bombardeo acústico sobre el lecho marino. Esto ya tiene una gravedad, una incidencia o un impacto sobre la biodiversidad que es enorme.

Está comprobado”, dijo la activista.


El esfuerzo pedagógico es notorio. Aunque podemos imaginar que la permanencia de esas bombas en el mar genera impactos negativos, Silvina Álvarez no sólo lo afirma, sino que también explica, detalla, ejemplifica. “Las ondas sonoras rebotan contra el lecho marino y eso les da la información. Son bombas de un impacto tal que se esparcen a través del agua con mucha más rapidez y lejanía que si fuera a través del aire”, dijo.


“Ese impacto sonoro a quien más afecta es a los grandes mamíferos marinos, que se comunican con sonidos. La ballena franca austral, los lobos, las toninas, todo ese tipo de animales grandes. También los animalitos más pequeños, que están bien en el fondo del mar”, prosiguió.


“Imaginate que bombardeen tu casa en Navidad… ¿qué hacés?”, interpeló Silvina Álvarez. Quizás en la misma analogía reside la propia trampa: para cierta cosmovisión de las cosas, que tiene su correlato en muchas personas, la naturaleza es accesoria. Es un objeto. Se pueden servir de ella. Dilapidarla.


Sin embargo, no son pocos los expertos que advierten sobre los impactos de las actividades extractivas: “Los impactos ambientales negativos no los estamos inventando nosotros. Tenemos la palabra de las científicas y científicos del Instituto de Conservación de Ballenas, que hace 50 años que trabajan con la ballena franca austral, y estamos hablando del daño que le podría provocar a una sola especie. A una sola especie”.


“Todo eso está comprobado. La ruta de alimentación, se desorientan… hoy por ejemplo teníamos un grupo de cuatro ballenas, vistas desde la Costa. Más adentro, en la zona del talud, que es donde confluyen la corriente de Malvinas con la de Brasil, generando una biodiversidad enorme, sobre todo para el fitoplancton que comen las ballenas, estos bombardeos lo que hacen es aturdir. Entonces, buscan evadir el ruido”, analizó Álvarez.


“Si tocás un solo bicho, toda la cadena trófica se ve herida. Y no sabemos qué puede ocurrir en el subsuelo. En el borde del talud jamás se ha hecho ninguna actividad. Es un lugar de muchísima profundidad, con muchísima biodiversidad que no está datada. La última campaña que se hizo ahí relevó incluso especies nuevas. Debe haber especies que no llegamos a conocer. Hay estrellas de mar, hay corales de agua fría. Ver las fotos es de una belleza increíble. Otra especie que tenemos acá y en San Antonio Oeste nomás es el caballito de mar. Estamos hablando de las que conocemos y que son simpáticas… ¡hay un montón más!  Ni hablar de la flora también”, redondeó.


El greenwashing de los gobiernos y el extractivismo desaforado



La etapa en curso dura tres meses y toda esa información luego debe ser relevada. “Después de esto, en ese mismo bloque van a hacer el pozo exploratorio, que es la segunda fase de la exploración, para identificar si ese material geológico les va a servir para hidrocarburos de cierta calidad, y entonces explotarlo”, enumeró Silvina.


Asimismo, aportó un dato importante que ejemplifica el greenwashing estatal: considerando los tiempos, la explotación comenzaría recién en 2027. Es decir, tres años antes de 2030, año para el cual los Estados, entre ellos el argentino, se comprometieron a avanzar en la agenda llamada “de transición”.


“Si bien el relevamiento dura tres meses, que sería poco tiempo, después el análisis complejo de la sísmica y del eventual pozo exploratorio, siempre hablamos de exploración, les va a llevar tres o cuatro años. Con lo cual, si hubiera petróleo, la explotación empezaría en 2027 más o menos. Es decir, que no estaríamos llegando ni vamos a cumplir jamás con la meta que se comprometió el Estado Argentino al 2030”, puso de relieve la integrante de la asamblea.


La empresa a cargo es Equinor, “pero está asociada con YPF”. “Acá lo que ocurre es que el primer bloque, el CAN 100, no fue licitado. Fue adjudicado directamente a YPF, pero YPF no tiene la capacidad técnica de operar este tipo de emprendimientos. Entonces, se tiene que asociar a otras empresas. Para otro bloque se asocia con Shell. Este buque tiene bandera de Bahamas, fue construido en China, y se alquila por YPF para hacer estas tareas acá”, observó.


¿Qué rol tienen aquí, entonces, los gobiernos? “Llevar a cabo esta política de extractivismo desaforado. Son garantes y son propulsores. El ministerio de Ambiente es garante, en la medida de que después de los estudios les da la declaración de Impacto Ambiental, y con eso pueden empezar las empresas”, enfatizó la activista ambiental.


En cuanto al gobierno local, Silvina contó que en un principio el intendente Montenegro presentó un recurso de amparo. En total, fueron cuatro: la Municipalidad, la Casa del Trabajador, Naturaleza de Derechos y Abogados Ambientalistas. Como el objeto era similar, el juez Martín, del Juzgado Federal 2 de Mar del Plata los unificó. Con el tiempo, el intendente retiró su presentación judicial.


“Se alinean todos los poderes del Estado para llevar adelante el extractivismo. Nosotros estuvimos un mes. Dos noches de acampe y después tuvimos una mesita en el juzgado por un mes. El juez salió, nos dio eso, nos pareció un avance. Pero después van a Parques Nacionales, con ese resultado, y el ministerio de Ambiente dio la declaración de impacto ambiental a Equinor”, resaltó Silvina.


A estos artefactos jurídico-legales que siempre están a favor de las corporaciones extractivistas suele nombrárselos con el eufemismo de “seguridad jurídica”.


“En general los jueces no hacen conferencias de prensa ni nada por el estilo. Cuando dieron a conocer la resolución, estuvieron los medios hegemónicos, que son los que bancan también el proyecto extractivista. Uno de los jueces habla y nos califica de fascistas ambientales. De una gravedad de cosas, de un delirio… en esos términos terminaron las cosas”, ejemplificó la entrevistada.


Audiencias públicas: una performance de participación


Un punto que la Asamblea Por un mar libre de petroleras critica es el de las audiencias públicas: supuestamente deberían actuar como espacios participativos de debate e intercambio que contribuyan a la toma de decisiones colectivas, pero en la práctica funcionan como una performance de participación.


“Cuando Argentina ratifica el acuerdo de Escazú, se ve obligado a dar conocimiento a la ciudadanía, las audiencias públicas, etcétera. Hete aquí que no son vinculantes. Entonces, un poco se cae la participación ciudadana. Es una performance. Una vuelta burocrática que termina legitimando el extractivismo”, define Silvina Álvarez.



En cuanto a su participación en estas audiencias, repasó: “Nosotros como Asamblea pasamos por todas las etapas. Desde anotarnos furiosamente en la primera en 2021. Hubo una mayoritaria cantidad de voces en contra del proyecto, por supuesto. Movimos mucho también cuando fue la audiencia municipal, que Montenegro la hizo pour la galerie, también con mayoría en contra. Estuvo muy buena porque no hubo sólo gente del palo científico, sino también docentes que salían de las escuelas donde laburan, gente que trabaja en el puerto… pero bueno, son voces que quedaron ahí. tenemos los registros, pero no se toman en cuenta”.


La identidad marplatense en juego


La extracción de petróleo en el océano es una realidad en otros lugares y sus casos son elocuentes. Desde la Asamblea los observan y los toman como eje de su análisis. Consideran que, además del impacto ambiental, hay algo de la identidad marplatense asociada a las actividades pesquera y turística que se pone en riesgo.


“Hay muchas aristas que en todo este tiempo, más de dos años, empezamos a notar. Somos personas comunes. Hay algunos que tienen algún título, pero la mayoría somos gente que nos hemos puesto a leer, a estudiar y a mirar cómo se ha desarrollado la industria en otros países, qué pasa con los derrames, qué pasa con las ciudades turísticas”, cónto Silvina.


Y puso de ejemplo a Ventanilla, en Perú: “Lo vimos en Perú, en Ventanilla, el año pasado. Hay un derrame, ahí fue Repsol, y quienes estaban juntando el petróleo eran los pescadores, porque no tienen para morfar. Los pescadores en Perú están todavía esperando indemnización”.




También desmienten el mito de la llegada del progreso que en la propia Argentina y en otros tipos de extractivismo, ya se ha comprobado que nunca llega. Por el contrario, queda en nuestras comunidades el pasivo ambiental y la fragmentación social y cultural.

“Otra cosa que hay que decir, y que es una forma de violencia, es que acá se le ha mentido descaradamente a la gente con el nivel de desocupación de Mar del Plata, porque sabemos que los puestos de laburo que pueden llegar a ofrecer son muy pocos y son de una mano de obra muy específica, muy calificada”, señaló la activista.


“Hemos estado en acampes de la Unidad Piquetera, por ejemplo, y había chicos y chicas que habían hecho los cursos que les había dado la CGT para trabajar en el petróleo. Ese nivel de jugar con el hambre de la gente también”, puso de manifiesto.


En Ventanilla hubo un derrame de petróleo que afectó a la biodiversidad y al sector pesquero.

Foto: Christian Meza para EFE.


“Nosotros estamos en el centro, pero pasa gente de todos los lados de Mar del Plata. No vamos a un country. El mar es lo único que sigue siendo gratis. Esa es la identidad que nosotros tenemos que explicar qué nos genera como marplatenses. Aunque no tengas un mango, en la secundaria seguro que fuiste caminando y te rateaste al mar, y volviste a tu casa colorado y te retaron porque se dieron cuenta”, contó emocionada la entrevistada.


“No tenés noción de cuándo conociste el mar, porque sigue siendo gratis y de todos. La gente sabe que el mar está ahí y que es suyo. Hay una identidad sociocultural que también es relevante, más allá del laburo, la pesca y el turismo, que obviamente son importantes. La gente viene a Mar del Plata a disfrutar del mar”, agregó.


La Red de Comunidades Costeras y una resistencia que no es en soledad


Los proyectos extractivistas no cuentan con licencia social. Es un axioma de las militancias que se oponen a tales emprendimientos. Cuestionan el entramado de poder por el cual se ejecutan, el engaño a las poblaciones, las falsas promesas y que se desoiga a quienes exponen múltiples y sólidos argumentos en contrario.


“Lo que nosotras y nosotros vemos cuando salimos a la calle es que cuando la gente te escucha y empieza a entender de qué hablamos, porque mucha gente no lo sabe, cada uno está tratando de llevar el puchero a su casa. Cuando nos escuchan lo que sucede es conmovedor. La gente hace fila, tenemos diez personas a veces para firmar las planillas de No a las petroleras. Esa es la licencia social que vemos que no tienen”, explicó Silvina.


El día de la entrevista, la Asamblea realizó una reducción de calzada en ruta 2. “Cada persona que para, baja la ventanilla y agarra el volante en el que pedimos tocar bocina por el mar, lo hace. En las redes nuestras se ve toda la gente que se suma. Eso es lo que vemos en la gente de carne y hueso. En la gente que firma, que nos dice que no aflojemos”, reflexionó la militante.


“La Asamblea es horizontal, tiene carácter asambleario. Hay un núcleo de personas que estamos, por ahí, más activas. Unas treinta personas. Pero todo se divide y se hace en conjunto”, dijo respecto a cómo se organizan.

Además de los apoyos que van cosechando, con el tiempo también fueron conformando la Red de Comunidades Costeras, con representación en Mar del Plata, Necochea, Santa Teresita, Bahía Blanca, la comarca Viedma-Carmen de Patagones, Las Grutas, Comodoro Rivadavia, Puerto Madryn, Río Gallegos, Río Grande y Tierra del Fuego.


“Desde el año pasado, nos empezamos a conformar en la Red de Comunidades Costeras. Viajamos a Bahía Blanca, que es una zona totalmente de sacrificio. Una ciudad que hace años no puede ver el mar, porque está copado por las petroquímicas. La gente no se puede bañar más en la ría hace años. A veces no tenemos que irnos tan lejos para decir que esto no lo queremos. Estamos sosteniendo y ampliando cada vez más esa conformación”, analizó.


La exploración sísmica es una realidad que amenaza la biodiversidad y la identidad sociocultural de la costa atlántica marplatense. ¿Existe, acaso, un ícono más claro del turismo de playa en nuestro país? ¿No es el destino turístico más popular de Argentina?


Afortunadamente, la Asamblea “Por un mar libre de petroleras” no esquiva las discusiones ni hace oídos sordos. Advierte acerca de lo contracíclico que resulta emprender en este sentido en tiempos de cambio climático, se organiza con quienes sostienen intereses similares y tratan de llegar cada vez a más personas.


Desde su Instagram, @marlibredeptroleras, divulgan información y convocan a las distintas instancias de resistencia que emprenden. También en esa cuenta se pueden encontrar las distintas organizaciones con las que se hermanan y de las que se nutren.

El nombre de la Asamblea no necesita mayor explicación. Por un mar libre de petroleras. Nada más que eso. Y nada menos.

 

Sobre el autor

Soy Lautaro Peñaflor Zangara, periodista y comunicador. Nací en Carhué, una ciudad chiquita en el sudoeste de la provincia de Buenos Aires. Me gusta mucho leer. Tengo una relación complicada con el café instantáneo. Vivo con dos gatitos: Muna y Timoteo.

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